Una reacción del sistema nervioso en el que entran
en juego diversos mecanismos de defensa para afrontar una situación que se
percibe como amenazante. En realidad, es una respuesta natural y necesaria para
la supervivencia; sin embargo hoy en día se confunde con una patología, debido
a que se le asocia con situaciones negativas prolongadas.
Sucede que, cuando esta respuesta natural se da en
exceso, se produce una sobrecarga de tensión que repercute en el organismo y
provoca la aparición de enfermedades y anomalías patológicas que impiden el
normal desarrollo y funcionamiento del cuerpo humano. Algunos ejemplos son los
olvidos, alteraciones en el ánimo, nerviosismo y falta de concentración; en las
mujeres puede producir cambios hormonales importantes como hinchazón de mamas y
dolores abdominales inferiores entre otros síntomas.
En situaciones más serias, puede incluso ser el
causante de trastornos mentales y enfermedades autoinmunes, dermatológicas y
degenerativas, como la demencia.
El estrés crónico está relacionado con los
trastornos de ansiedad, en cuyo caso es aconsejable consultar a un
especialista.
En circunstancias en las que a nuestro cuerpo se le
exige una carga extra de energía, ya sea por presiones en el trabajo o por
estrés emocional, el organismo agota las reservas de energía y, en
consecuencia, agota las reservas de vitamina B, lo que nos vuelve vulnerables a
padecer depresión, insomnio o irritabilidad.
Los dulces y el chocolate son lo que más nos
apetece comer cuando estamos nerviosos. La explicación es que los glúcidos
provocan un aumento de la cantidad de insulina en sangre, lo que permite la
secreción de triptófano, un aminoácido que se transforma en serotonina, que
calma la depresión y la ansiedad. Los azúcares de digestión rápida producen
este efecto casi inmediatamente, por lo que no debe extrañarle que le apetezca
comer dulces cuando está triste. No obstante, si no son consumidos de forma
inteligente, el resultado es darle a su cuerpo grasas y calorías en exceso.
Síntomas
- Opresión en el pecho
- Sudor en las palmas de las manos
- Palpitaciones
- Dificultad para tragar o para respirar
- Temblor corporal
- Manos y pies fríos
- Tensión muscular
- Falta o aumento de apetito
- Diarrea o estreñimiento
- Fatiga
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